19 de noviembre de 2012

Eloísa I



"Eloísa vuelve a su casa. Camina muy lento. Siente en todo su cuerpo, los dolores diminutos de formas extrañas que nadan frenéticamente. Dolores con nombres y rostros que ya conoce. Esta tarde hay uno nuevo. Uno más que ha aparecido. Anoche supo de su presencia. “Será el último, ya no tienen más espacio para seguir nadando sin aplastarse entre ellos”

Sigue caminando, sonámbula de día. Sabe que falta poco para llegar, pero su cuerpo la lleva por una calle desconocida ahora. Sabe que falta poco, pero no tiene fuerzas para indicarle el camino. Pasan por la puerta de la que reconocen como su casa, su cuerpo y ella. Los dos. Pero no se detienen.

Eloísa entiende que esa será la última vez que vea esa puerta. Entonces mete deliberadamente las manos en los bolsillos de su tapado rojo. Ahi no hay nada más que sus propias manos, sus dedos frotandose entre sí...

Dentro de su cuerpo, los dolores diminutos nadan cada vez más fuerte, incansables. Y el nuevo dolor, el último, ya ha tomado la misma velocidad que los más viejos. Pero su cuerpo insiste en seguir caminando lentamente.

Unas lágrimas, dos, tres, cuatro, escapan de los ojos de Eloísa.

Sabe que ya nada puede hacer. Su cuerpo ha decidido esta vez."

12/07/08


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